Por el Licenciado Juan Pablo Garza Sada.
Les soy sincero: cuando escuché por primera vez el disco Incómodo de este joven Tito Doble P, sentí que estaba en un universo completamente ajeno a mi rancho. Uno donde los corridos suenan más a ruido que a música y donde las letras ya no respetan las raíces. Me pasé toda una vida escuchando y apreciando la verdadera música norteña —los Cadetes de Linares, Don Lalo Mora y el gran Ramón Ayala—, gente que sabía darle alma al acordeón, que hacía sentir hasta al más citadino la vida del campo. Lo que escuché aquí, en cambio, es una ofensa a esas tradiciones.
Este disco tiene sus corridos, claro, pero no son como los de antes. Incomodo es una colección de lo que ahora llaman "corridos tumbados," y déjenme decirles que ni tumbados ni parados; para mí, no se sostienen en absoluto. Para empezar, la música norteña lleva un peso, una autenticidad que se expresa en el estilo: el bajo sexto, el acordeón y, sobre todo, el sentimiento de tierra y trabajo. Aquí no se escucha nada de eso. Se escucha, en cambio, una mezcla desentonada de letras rebuscadas, alcohol gringo, intentos de rebeldía juvenil, y un ritmo que, francamente, se parece más a algo de los Americanos que a la música norteña.
Las letras en este disco carecen de la narrativa que caracterizaba a los grandes corridos. Antes, un corrido era como un testimonio de vida, una historia que podía tocarte el corazón o hacerte reír, pero siempre te dejaba algo. En cambio, aquí escucho versos sin profundidad, palabras sueltas y, perdón que lo diga, presunciones vacías de lo que los jóvenes de ahora consideran "vida brava." Los temas de las canciones parecen más preocupados por impresionar con la ropa de moda y los carros lujosos que por contar una historia de verdad.
Al escuchar a Tito Doble P, extraño la honestidad y sencillez de los músicos norteños de mi tiempo, hombres de pocas palabras pero con mucho que decir. Por ejemplo, Don Lalo Mora y los Cadetes de Linares, con sus corridos bien contados y melodías claras que sabían llegar al alma de quien escuchaba. Cuando escucho a estos "nuevos talentos," me pregunto si alguna vez han pasado una tarde en una cantina de pueblo, donde suena la rocola y los hombres se echan un tequila escuchando a Los Alegres de Terán o sentados encima de una cooler con carta blanca en mano escuchando a Los Cardenales de Nuevo León.
Yo sé que la música tiene que evolucionar, pero Incomodo es otra cosa, algo que en mi opinión se aleja demasiado de la esencia norteña. Este disco no tiene lo que hace falta para llamarse "norteño"; es música para la moda, no para el rancho ni para el corazón. Los grandes de antes le daban respeto a sus temas, al contar sobre el amor, el desamor o las batallas de la vida. Lo de aquí, lamentablemente, es una muestra de que la música norteña está perdiendo sus raíces.
Mis respetos para Tito Doble P y su juventud, pero los corridos y la música norteña no necesitan "ser tumbados" para seguir en pie.
0/10
