Por el doctor Abraham Kauffmann.
Hace una semana, fui a Katonah, una pequeña ciudad en el
condado de Westchester, a la casa de mi amigo de toda la vida, George Soros. Todo
el día discutimos acerca de diversos temas de actualidad de manera amena,
Trump, las elecciones del 2020, NXIVM… Pero uno de los temas que más marcado se
me quedó en la mente fue Venezuela (tema que tocaré en algún articulo futuro). Entre tantos temas, y viendo cómo ha
cambiado el panorama mundial, recordamos una reunión en la casa de un amigo en
común, debo de mencionarlo, a pesar de que George pueda parecer un hombre
perfecto, no lo es, a diferencia de mí, su memoria siempre ha sido en general
mala, así que me dediqué a recordar con él la anécdota que les contaré:
Era mediados de diciembre del 79, George y yo llegamos al
aeropuerto de Buenos Aires en el Jetstar 78 de George gracias a una invitación
de un amigo en común, el entonces ministro de economía argentino, el profesor José
Alfredo Martínez de Hoz o como le decíamos los amigos: “Joe”.
Del aeropuerto, nos dirigimos a la hacienda de Joe, a las
afueras de San Antonio de Areco, una ciudad no muy lejana de Buenos Aires.
Llegamos al punto de reunión, en el patio trasero de la hacienda, con vista a
unos establos y nos encontramos con algunos amigos más; David Rothschild, toda
la familia Martínez de Hoz, Henry Kissinger, Augusto Pinochet, Roberto Eduardo
Viola, Mirtha Legrand, Alfredo Stroessner, y por supuesto Jorge Rafael Videla,
o como le puse de apodo “La pantera rosa” por su gran vigor, carisma, finura y
encanto.
Después de una agradable comida entre amigos, Don José Alfredo
Martínez de Hoz se puso de pie, tomo su copa de vino tinto de su propia cosecha
y la hizo sonar con un cubierto de metal, llamando la atención de los
invitados. Como le dije a George hace una semana, ese discurso es el que me
levanta el ánimo siempre que veo el confuso panorama actual, además que
recuerdo cada palabra de esa magna alocución:
“Amigos míos, me da gusto que estén aquí, agradezco mucho la
presencia del excelentísimo máximo gobernante de nuestra patria, el general
Jorge Rafael Videla. Hace tres años, nuestro país, enfrentó una crisis que
muchos no bancaron, una crisis terrible dirigida hacia nosotros desde afuera,
un ataque Anti-Argentino, para que los guasos opositores nos echaran la culpa
de todo. Lo recuerdo, hace 3 años cancelé una cacería que estaba realizando en
la sabana de Kenia y llegué a la casa rosada apuradamente con el general Videla
a decirle que nos querían hacer una Chirinada, que llegó un ataque de
peronistas internacionales para tratar de ponernos en la ruina, entonces nos
movimos lo más rápido que pudimos, tomamos medidas que fueron difíciles pero
las mejores, liberamos los precios, congelamos los salarios, llamamos a todo
Wall Street y a los bancos mundiales para que nos apoyaran. Esto provocó
reacciones negativas en los guasos peronistas por la inflación, pero ellos no
entienden que nuestras medidas condujeron a la mayor productividad global en la
historia de la economía Argentina. He de admitirlo, la deuda creció, pero les
pregunto ¿Qué hubieran hecho ustedes? Además, eso no lo pagaremos nosotros, lo
pagaran las generaciones del siglo futuro, con su esfuerzo, y con suerte lo
pagaran los guasos zurditos que tanto nos odian, para que ahora sí tengan una
razón para odiarnos, esto es un renacer mundial, y Argentina fue, es y será el
ejemplo económico que otras naciones envidiarán, y eso gracias a la confianza
de usted, general Videla” el profesor Martínez alzó su copa brindando “¡Por la
verdadera patria nueva!”, todos alzamos las copas, celebrando, el presidente
Videla, estaba tratando de aguantarse las lágrimas.
Volviendo a la actualidad, después de contarle esa anécdota
a George, le recuerdo que no todo está perdido, que a pesar que la lucha
neoliberal está perdiendo terreno no está muerto, y regresará con más fuerza
que nunca, el ejemplo fue Macron en Francia, Macri en Argentina y pronto Pablo
Casado en España, Joe Biden en Estados Unidos, Juan Guaidó en Venezuela, y que
regresaremos más fuertes que nunca.
